¿Cuantas veces hemos intentado hacer algo y hemos fracasado en el intento? seguramente nos ha sucedido en muchas ocasiones.
Estos fracasos pueden ser consecuencia de un mal inicio, es decir, de una mala elección de los objetivos, o mejor dicho de una mala definición de los objetivos a cumplir.
¿Qué requisitos deben cumplir para que sean "buenos" objetivos? veamos algunas pistas:
- Específicos: tener claro que es lo que queremos lograr.
- Medibles: debemos ser capaces de cuantificarlos para hacer un seguimiento.
- Alcanzables: no deben de ser fáciles, pero sí posibles de realizar. No podemos pretender hablar perfecto el chino mandarín en 2 h de estudio... pero sí quizá defendernos en unos meses.
- Relevantes: deben ser cosas que te importen, de este modo será más fácil lograrlo.
- Temporales: deben tener una fecha fin, no pueden prolongarse en el tiempo indefinidamente. Si no tenemos una meta clara en el tiempo caeremos en la trampa de postergarlo indefinidamente al no tener un "plazo" claro para cumplirlo. Nuestra "amiga" la procrastinación aparecerá para ayudarnos a demorar las cosas "sine díe".
Veamos algunos ejemplos de objetivos:
Aumentar las ventas MAL
Aumentar las ventas un 2% durante el tercer trimestre BIEN
Hacer ejercicio MAL
Salir a correr Lunes y Miercoles 1 h durante el próximo año BIEN
Un buen objetivo puede ser por tanto la clave para lograr el éxito, aunque no lo garantice, pero comenzar con un mal objetivo definido de forma pobre e incompleto nos asegura prácticamente el fracaso.